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revista contra el pensamiento único

Hacer el tonto por Cristo

Hacer el tonto por Cristo

Curioso título, para esta primera reflexión dominical, pero, la verdad, después de ver a un joven que simulaba ocultarse detrás de un árbol, un coche o una papelera mientras su sonriente novia le miraba desde el balcón es lo que ha inspirado esta pequeña reflexión. Aquel joven de una manera jovial estaba demostrando su amor por ella; se colocaba detrás de una árbol miraba al balcón y su novia reía y reía, porque sabía que su enamorado hacía aquellas tonterías de dibujos animados para alegrala, para que riera, para mostrarla su amor: hacía el tonto por ella.

Eso es algo que deberíamos imitar los cristianos, sobre todo los católicos: hacer el tonto por Cristo.

Ahora recuerdo, que en cierta ocasión, hace un par de lustros, visitaba Burgos y presencié una manifestación de nuestros hermanos evangélicos los cuales habían decorado una carroza con cientos de globos, confeti y serpentinas y proclaman mediante una pancarta y sus alegres cánticos que ¡Cristo vive!.  Aquellas personas –hombres, mujeres y niños-, hacían una demostración pública de su fe y ¡estaban haciendo el tonto por Cristo!. Ante lo cual, reconozco que les miré con cierta envidia y con ganas de unirme al jolgorio.  Sin embargo no lo hice, sobre todo por vergüenza. La misma que aquellos burgaleses habían perdido por y para el Señor: se humillaban ante los hombres, pero se enaltecían ante Él –como nos recuerda la Biblia-.

Yo no sugiero hacer lo mismo que ellos, aunque tampoco estaría mal. Sencillamente, sugiero que la expresión “hacer el tonto por Cristo” se interprete y se ejecute, predicando más –si cabe- con el ejemplo; no reprimirnos al realizar algún signo externo de nuestra fe –santiguarnos al salir de casa, rezar el ángelus a las doce del mediodía estemos donde estemos-; hablar en más ocasiones y con más alegría de Dios a las personas que nos rodean; si pasamos cerca de una iglesia, con mucha naturalidad entrar y saludar al Señor en el sagrario con un sencillo “hola Señor, aquí estoy”, sin importarnos lo que piense la persona que nos acompañe...

Estos son algunos ejemplos que se me han ocurrido a bote pronto. Si necesitáis más, podéis pensad en las cosas que haríais por las personas que amáis y aplicarlo al amor que sentís por Dios. Os ayudará. 

No perdáis la alegría. Para transmitirla, es fundamental tenerla previamente. Las personas que aman y se sienten amadas son felices y siempre hacen el tonto por amor.

Mad-about-God

  

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