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revista contra el pensamiento único

Publicidad fiel al Pensamiento Único

 Escuché en cierta ocasión a un profesional de la publicidad que en su profesión nada se deja a la improvisación y que una campaña o anuncio está estudiado y bien estudiado para que se consiga el resultado y objetivo deseado. Esto tampoco es nuevo bajo el sol, pero a veces parece que se nos olvida. 

 Un ejemplo es la campaña que hace unos meses inició una marca de detergente para lavadoras, con un lema al que inicialmente no se le podría objetar nada:  Por el reparto igualitario del trabajo en casa.

 De todos es conocido el anuncio televisivo, el cual puede visionarse desde el enlace dispuesto a tal efecto.

 

 Inspirado en la película Full Monty unos hombres bailan mientras una voz en off nos va relatando cómo fue el día de un señor desde que levantó y cómo logró poner la lavadora, algo, que todos sabemos, un hombre adulto occidental no es capaz de hacer, porque ninguno de los dos hemisferios de su cerebro está diseñado para semejante tarea. 

 El anuncio es engañoso incluso en su aspecto, pues recuerda al de una campaña institucional del tan repetido Gobierno de España. Sin embargo, al final del mismo, aparece el logotipo de la empresa de detergente y toda la magia desaparece. 

 ¡Que no nos cuenten milongas!. Por mucho que nos lo adornen y maquillen, el tema de que el hombre se involucre más, o por completo, en el reparto del trabajo en su hogar es un asunto que, exclusivamente, le atañe a su pareja, a su familia y a él. Es un tema propio del hogar.

 Por supuesto que existen ciertos condicionantes que determinan el comportamiento de una persona ante el reparto de las tareas domésticas; a parte de los sociales y culturales, el educativo es el más relevante. Y, por lo tanto, convencer a los hombres de que se impliquen más en este ámbito de sus hogares, sólo puede resolverse educando o reeducando y no mediante absurdas campañas publicitarias ni repitiendo machaconamente tópicos como el de que un hombre no es capaz de poner en marcha una lavadora, porque es, simplemente, ridículo, como este anuncio, aun irritante en algunos aspectos.

 Como en todo, la educación es la solución. Pero, claro, la empresa anunciante se sube al carro de lo políticamente correcto y del pensamiento único y queda de puta madre ante ciertos movimientos y corrillos sociales por todos conocidos.

 La Guía Michelín o la Guía CAMPSA, podrían realizar una campaña –en conjunto, ¡por qué no!-, para hacer ver a las mujeres que no es tan complicado leer un mapa. Lo cual sería de gran beneficio y una alegría para su pareja del sexo masculino cuando fueran de viaje.

 Podría decir el anuncio, mientras una acalamerada pareja viaja en un deportivo descapotable y unas mujeres bailan vestidas sólo con unos chalecos reflectantes en una apartada carretera: “esta mañana, la Mari se ha ido de viaje con su novio, se ha atrevido a coger un mapa, lo ha estudiado bien y le ha dado las indicaciones precisas para llegar al parador donde disfrutar de un estupendo y romántico fin de semana. ¿Verdad, Mari, que no es tan complicado leer un mapa?”. 

 ¿Ridículo o irreal?. Ambas cosas, como el anuncio del detergente. Y, también, engañoso e irritante -como el jabón-.

 Aquí un amigo 

 

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