Blogia
revista contra el pensamiento único

Un "Padre Nuestro" por Pedro de Miguel

Un "Padre Nuestro" por Pedro de Miguel

El pasado día 12 de agosto falleció Pedro de Miguel (Peter) a causa de un cáncer. Recibí la noticia a través de un mensaje de móvil que me envió un amigo, mientras caminaba por una carretera palentina. Me sentí extraño. Primero, porque las personas decentes sentimos pena cuando algún semejante fallece. También, porque recibir la noticia en vacaciones de agosto, cuando parece que el mundo se detiene, te hace retornar a la realidad. Por otro lado, el lugar donde recibí la llamada, en mitad de un páramo castellano, de inmensa geografía, y de inmensa sobria belleza hizo que me sintiera, como he citado antes: extraño, triste, apenado, melancólico... diminuto.

Sólo estuve con Pedro una vez. Le conocí a través del mismo amigo que me comunicó su muerte y recuerdo aquella única e irrepetible ocasión como una deliciosa conversación en un café de Deusto. No sé cuántos años habrán pasado desde aquella vez... cuatro... cinco... o incluso seis. No estoy seguro. Pero  resultó una estupenda charla, que comenzó por el ideario de McKetazo y el por qué de su aparición y concluyó del único modo que podía ser teniendo a Pedro de contertulio: hablando de literatura, sin olvidar a Dios.

Desconocía quién era Pedro hasta aquel momento. Ignoraba que era crítico literario, que tenía alguna ocupación en el diario El Mundo donde llevaba una sección titulada "Letras en la Red" y me sorprendió, que cada dos frases volvía a rezumar por sus labios el tema de la literatura. Cómo le envidié -sanamente, si la envidia puede ser sana-, pero sí, le envidié y, en cierto modo, le sigo envidiando. Aunque no en una parte de su trabajo que no dejaba de ser curiosa: creo recordar que me dijo que él escribía los obituarios de El Mundo, y que a veces recibía una fría llamada telefónica en la que se le decía que tenía que escribir el obiturio de fulanito, menganito o zutanito. Y entonces me confesó, con cierta ironía que era complicado escribir un obituario en media hora de alguien que no conoces.

Hablando de confesiones. Yo he de confesar que soy una persona muy vanidosa. Los que me conocen bien lo saben -aunque no es de extrañar, porque todos somos pecadores-. Y reconozco que cuando comenzamos con esta aventura llamada McKetazo, que una persona como Pedro se interesara por "esta cosa", alimentó mi vanidad. Además, que tuviera la deferencia de incluir una pequeña reseña de la página web que teníamos en aquella época en su sección de "Letras en la Red" de El Mundo Digital, fue para nosotros y, sobre todo para mí, un acicate para continuar y fue como culminar una etapa. Pensé que se nos empezaría a conocer más y que nuestra revista "fan-zine" se convertiría en revista "revista" y que nos haríamos ricos. Y, amigos, aquí estamos: desempolvando el ordenador de vez en cuando.

Sin embargo, esto no va a continuar así. Sinceramente, creo, que a Pedro le gustaba lo que hacíamos. Porque, como él me comentó en aquella charla, todos los que colaborábamos por aquellas fechas en McKetazo teníamos un único criterio y nos habíamos juntado una serie de personas con un mismo ideal e ideario. Y eso, era difícil de encontrar. Según Peter, algunos medios que se denominaban libres, plurales y abiertos a otras opiniones, se habían convertido en "aunténticos cajones de sastre". Aquella expresión siempre la guardo en mi mente, porque me hizo ver, sin pretenderlo, por dónde debíamos tirar con el invento. Y estas líneas de hoy, son un ejemplo.

Pedro, rezo por ti y te rezo a ti. Sé que fuiste persona creyente y piadosa -¡otro motivo para tenerte envidia-!, y que Dios te debe haber concedido ya la mayor de las recompensas: ver Su rostro. Acuérdate de los que quedamos aquí, en este valle de lágrimas, y que tenemos que bregar todos los días con nuestras miserias y pecados. Y, como sabes que soy vanidoso, por favor, échanos una mano a los de McKetazo, a ver si conseguimos que nuestros hermanos vean las cosas de otro modo, que entiendan la vida de la única manera posible: a través de Cristo. Tarea harto difícil, pues al si mismísimo Jesucristo lo crucificaron, ¡qué nos harán a nosotros!.

Ay, Pedro, quién escribiría tu obituario; quién habrá recibido la llamada para comunicarle que disponía sólo de treinta minutos para escribir acerca de tu persona antes de que cerraran la edición. Sólo espero y deseo que fuera alguno de tus muchos amigos. Pues por lo que he podido descubrir en "la red" has dejado muchos y de los de para siempre.

Padre Nuestro...

Amílcar B.

Para conocer más sobre el pensamiento y obra de Pedro de Miguel http://www.bestiario.com/letras/

0 comentarios